domingo, 29 de agosto de 2010

Uno nace, crece, se multiplica y se muere.

Característica de los seres vivos, pues.

Pero en el medio de la cosa, aprende.

Entre otras cosas, un idioma. El propio. El materno, el que lo determina, define, impone y forma.

No manejar tu propio idioma es sinónimo de analfabetismo.

Y les voy a hacer una confesión.

NO tengo más que piedad por aquellas personas que son analfabetas por no haber accedido a la educación.


Pero me rompen soberanamente las pelotas quienes habiéndolo aprendido, se jactan de no usar su idioma .

Un analfabeto por elección, en mi escala de valores, es un soberano pelotudo.

Y no pienso respetarlo.

He dicho, y me voy a dormir, nomás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

existe una increíble presión a hablar mal.
Hablar bien es fuente de crítica, se lo suele considerar agravante y violento, una disminución contra el receptor.
Ya que lo encuentro fanático de ciertas series: Sheldon (uno de los personajes principales de The Big Bang Theory) es un genio que posee un vocabulario amplísimo y una soltura al hablar totalmente envidiable. Siempre sus comentarios son considerados violentos, sobrantes, y no se debe únicamente a lo satírico sino a la ridícula convención social que cataloga negativamente la sabiduría en el habla con el único fin de evadirla.
Hablamos mal porque nos da pereza hablar bien.
Otra lista de factores sociales negativos perfectamente atribuible a lo que varios denominamos "paja"

Que descanse profesor.