Guillermo Mischkinis: agosto 2011

La bandera de Paraíba, pequeño y bello estado del nordeste brasileño, tiene escrita una palabra, que traducida al castellano es "niego". Es interesante la historia, pero aún mas el resultado: la idea de negarse a algo, como fundacional, como bandera.

El domingo próximo tenemos unas elecciones bastante novedosas llamadas PASO, y hay aún gente que no termina de entender qué es lo que se vota en unas internas donde no habrá internas, por ejemplo.

Otra cuestión de estas extrañas elecciones es que son obligatorias, lo que también hace que algunos se pregunten por qué se debe ir a votar en elecciones de los partidos, si - por ejemplo- no son afiliados a ninguno, cosa que acontece en la inmensa mayoría de los casos.

Y hay un punto - que no es nuevo, viene desde hace bastante - sobre los votos en blanco. No se cuentan, no existen. El voto en blanco es la manera que los ciudadanos tenemos para decirle a esos semianalfabetos(*) llamados políticos que ninguno nos expresa, que nos parecen todos iguales, todos igualmente lamentables.

El voto en blanco se constituye entonces como una llamada de atención hacia la casta política, algo asi como un un mensaje del tipo: "Ey, hagan las cosas bien, tiren ideas, dejense de discutir boludeces y piensen en propuestas para que vivamos en un país mejor!"

Pero la casta, que obviamente tiene un interés nulo en resolver problemas y se aferra a los cargos aún a costa de hacer exactamente lo contrario de lo que prometen, encontró la solución al problema del voto en blanco: decretar, alegremente, que no existe.

Un ejemplo hipotético. Supongamos que van a votar cien personas. De ellas, noventa y siete votan en blanco, dos por el candidato A y una por el candidato B. El más elemental sentido común implica que se deberían anular las elecciones, los candidatos tomarse un tiempito para convencernos, e ir a elecciones nuevamente, pero ahora mediante una campaña en la que tanto A como B digan qué piensan hacer, cómo lo van a hacer y expliquen en un debate entre ellos las reales diferencias entre sus programas. O sea, que se pongan las pilas y no nos boludeen: la inmensa mayoria no los quiere, hagan algo para convencernos. No somos ovejas!

Pero no; inventaron la genialidad de no contar los votos en blanco. El resultado de la (hipotética?) elección: como los votos "válidos"son solamente tres, increíblemente y contra la verdadera manifestación popular, sería que el candidato A ganó.. con el 75% de los votos! Si no fuerse cierto, parecería una joda. Pero es la ley actual, que no solamente lo permite sino que lo plantea, taxativamente, en su articulo 101 ( http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/19442/texact.htm) que dice claramente que los únicos votos válidos son los que - oh casualidad! - llevan el nombre de alguno de los candidatos.

Humildemente, llamo a que esa ley se modifique. Sería un logro para el ejercicio del poder ciudadano, me parece. Igualmente creo que no va a prosperar, pero quién te dice, en una de esas...

Mientras tanto, y volviendo a la bandera de Paraíba, manifiesto algunas de mis negaciones:

- Me niego a darle mi voto a una candidata a Presidente cuyos más de cincuenta millones de pesos no puede justificar, y que muy posiblemente hayan sido amasados mediante la usura durante la dictadura. Veintiun casas apropiadas de deudores hipotecarios ahogados que no pudieron pagar sus deudas. Sería bueno que se investigue un poco el tránsito por Santa Cruz de la doctora y su finado marido, sería mejor que si no puede justificar semejante bodoque de guita lo devuelva y se le aplique la normativa legal vigente.

- Me niego a darle mi voto a un candidato a vice que en lugar de hacer algo para contener una inflación desbocada se dedica a tocar la guitarrita, y que alegremente sostiene que la crisis financiera internacional no tendrá impacto en nuestra economía.

- Me niego a darle mi voto a un candidato a Presidente que en 2003 ungió al marido finado de la actual Presidente y ahora viene a darse cuenta que al fin y al cabo no eligió tan bien.

- Me niego a darle mi voto a a una candidata a Presidente que nos dice, con un amplio conocimiento de cómo manejarse frente a cámaras, que el mundo se viene abajo, que los peores cataclismos están a punto de ocurrir, pero que nos quedemos tranquilitos en casa que todo va a salir bien... si la votamos.

- Me niego a darle mi voto a una candidata a Presidente designada a dedo por quien en su momento se planteó ( se plantó) como una opción de centroizquierda y que increíblemente rompió una eventual alianza superadora del ombliguismo.

- Me niego a darle mi voto a un candidato a Presidente que pretende instalar el mismo caudillismo de patrón de estancia en una provincia ridícula donde es el dueño, junto a su hermanito, de casi todo.

- Me niego a darle mi voto a un tipo cuyo único mérito es ser hijo de(**).

- Me niego a darle mi voto a un representante de la izquierda paleolítica que pide un milagro para no desaparecer del mapa. Después de solicitar durante años el certificado de virginidad marxista, ahora vienen con el religioso mantra de los cuatrocientos mil votos... campaña tipo "liberen a willy".

Y digo: si todavía viviese en la casa grande familiar, en Quilmes, me negaría a darle mi voto a un candidato a gobernador que habiendo hecho una intendencia decente ahora está transando utilizando lo peor de la politica que son las colectoras, verdadera degradación que me indigna y que se acepta vilmente; y me negaría dos veces a darle mi voto a un pusilánime con el nivel intelectual de un geranio que repite, le preguntes lo que le preguntes, que hay que trabajar con alegria, mirando al futuro, etcétera, mientras en sus cárceles se amontonan presos sin condena, a los que los guardiacárceles asesinan impunemente.

Con lo cual, queda poco. Voy a votar a Binner, aún cuando no me convence del todo. Mirando sus spots en la tele, el tipo tiene menos onda que un renglón, y pienso que tal vez sea algo bueno: menos celebridades efímeras (Del Sel) o permanentes (Scioli) y más política. Miro lo que hizo en su gobernación, y no me parece tan mal.

Ciudadanía, segun la Wiki: "El derecho y la disposición de participar en una comunidad, a través de la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo de optimizar el bienestar público."

Me niego, básicamente, a ser un habitante. Soy un ciudadano, qué joder.

El domingo votamos en unas elecciones medio tauras, mentirosillas, pero elecciones al fin. Una suerte de engañapichanga de democracia, una confirmacion de la delegación del poder popular en una casta, pero elecciones al fin. Muchos de los que leen este blog posiblemente no hayan vivido la época donde las elecciones estaban prohibidas. No puedo más que decir que el pais que tenemos es el que hicimos, y será el que cambiemos.

No es necesario salvadores, ni porongas con mano dura, ni ningún - digo ningún - "ismo" detrás de un apellido.

(*) lo de semianalfabetos va en serio: que la doctora Fernandez aparezca como una gran oradora surge por contraposición: vean los sonidos guturales de Reuteman, la imposibilidad de conjugación verbal de Macri o la repetición a lo Chauncey Gardiner de Scioli, resulta evidente que por comparación parezca una estadista. A mi en lo particular me da una ayudante de cátedra que preparó moderadamente bien su clase. Cuando la leés, es de terror.

(**) qué demonios les pasa a los políticos con sus lazos de sangre? Porque va mas allá de la necrofilia ( el luto, la mención a El), el espejo inverso (Macri) o directo (Alfonsín). En el Senado de la Nación, del cuerpo de 72 miembros, 18 son familiares directos de porongas provinciales. Las relaciones entre los miembros de la mafia italonorteamericana se define en el vocablo "familia", je.